- Sexo y Pareja
Hay diversas partes del cuerpo que ante un estímulo efectivo pueden proporcionarnos mucho placer. ¡Atrévete a explorarlas con tu pareja!
La correcta estimulación de nuestras zonas erógenas nos pueden llevar a disfrutar las diferentes etapas de la respuesta sexual humana: deseo, excitación, meseta, orgasmo, resolución, (tema de otro artículo). Cuando hablamos de zonas erógenas nos referimos a las partes del cuerpo que nos producen todo tipo de sensaciones placenteras — incluyendo el placer sexual— al ser estimuladas o acariciadas; por lo tanto todo nuestro cuerpo tiene potencial erógeno aunque no lo sepamos. Y esto gracias a la corteza insular y el núcleo estriado, partes del cerebro responsables del deseo sexual y del amor.
Si bien es cierto que los hombres suelen excitarse mediante la vista y las mujeres por contacto y el olfato, al placer de la caricia no escapa nadie (salvo que haya una condición limitante). Por lo tanto, hay diversos sitios que ante un estímulo efectivo pueden proporcionarnos mucho placer.
Por supuesto, en primer lugar, las zonas erógenas primarias: clítoris y vagina en mujeres, pene y testículos en los hombres; partes que ofrecen mayor excitación sexual en menor tiempo.
Por su lado, las zonas erógenas secundarias requieren más estímulo y más dedicación, pero la intensidad de la excitación puede llegar a ser la misma o más. Algunas de estas zonas son:
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Cabello: Pasar las manos por el cuero cabelludo de tu pareja, incluso olerlo es excitante para ambos y muy relajante.
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Boca, labios y lengua: Su sola observación resulta altamente erótica… Ver unos labios medio húmedos o la mitad apretada con los dientes, o una lengua que se asoma un poco es una escena que hace volar la imaginación. De hecho, se encuentra semejanza entre la boca de la mujer con sus labios vaginales. En fin, un beso prolongado puede llevarnos al clímax.
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Cuello y nuca: Los besos, mordisquitos y lamidas en esa zona excitan a ambos. Aunque en el caso de los hombres hay que poner un poquito más de presión, porque su piel en esa zona es más gruesa.
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Pecho: Los pezones en la mujer — y con menos intensidad las tetillas en los hombres— al ser estimulados con la boca, las manos o los genitales, resulta muy excitante.
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Parte interna de los codos y parte posterior de las rodillas: Son muy sensibles a la caricia, pues tienen una textura diferente y delicada.
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Entrepiernas: Por su cercanía a los genitales, la caricia allí ocasiona mucha tensión sexual y acelera la excitación.
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Muslos y caderas: Son más sensibles en la mujer que en el hombre.
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Lóbulo y parte trasera de la oreja: Son más excitables en el hombre que en la mujer, aunque la mujer es más receptiva al susurro.
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Ingle: Si la caricia viene de un recorrido bajando al sur, al llegar a la ingle habrá casi desesperación por consumar el acto sexual.
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Glúteos: es excitante en ambos y, de hecho, es una zona que despierta un poco el impulso agresivo, pues para muchos hay placer en un poquito de dolor. Por eso, son comunes las nalgadas, mordiscos, pellizcos y apretones en esa zona.
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Vientre: alrededor del ombligo es muy excitante para las mujeres (se asemeja al orificio vaginal).
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Manos: tienen más de 40.00 terminaciones nerviosas excitantes ante caricias, besos, lamidas y succiones. Al igual que los pies.
Para terminar, tengamos en cuenta que estos son solo algunos ejemplos de zonas erógenas. Realmente cada cuerpo es único en cuanto a su vivencia de placer y en su erotización corpórea. Y vale recordar que, según Masters & Johnson, para que haya aparición del deseo sexual debe haber un estímulo sexual efectivo, que es cualquier situación, acción u objeto, que provoque una correcta respuesta sexual en las personas. Esos estímulos pueden venir del propio individuo o de la pareja. Lo importante también es que te atrevas a explorar y a conocer tu cuerpo y el de tu pareja.
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