Los manglares son guarderías y hábitat de especies marinas y terrestres, sitios de descanso, alimentación y anidación de aves migratorias, protectores de las poblaciones que viven en las costas contra tormentas tropicales y tsunamis. Filtran los sedimentos y sales minerales que a su vez se integran a una gran cadena alimenticia, son vitales para la absorción del dióxido de carbono y purificadores del aire que respiramos. Sí, todo esto y mucho más representa este conjunto de árboles y arbustos marinos, conocidos por crecer con un pie (o una raíz) en el mar y otro en la tierra. Los mismos que en años anteriores carecían de importancia y valor, hoy son uno de los mayores ecosistemas en estado de crisis en el mundo entero. Dentro de las principales causas están la industrialización de países que han crecido rápidamente en los últimos años, la deforestación para la conversión de granjas de camarón y langostinos, y el desarrollo de infraestructuras de proyectos en estas áreas con fines turísticos y urbanos.
En “Education in the Mangroves”, documental realizado bajo el auspicio de “Pulitzer Center on Crisis Reporting”, se presentó la labor educativa realizada por la organización “Mangrove Action Project” en China, una de las naciones más pobladas en el mundo, cuyo crecimiento se ha multiplicado enormemente. El mismo revela el arduo trabajo de protección que se realizó en la provincia de Zhanjiang —ahora declarada Reserva Natural de Manglares— en donde entre 1990 y 2000 se perdieron aproximadamente 30% de sus humedales. El Dr. Martín Keeley, director del proyecto en China, reveló que “desde el final de la Segunda Guerra Mundial, hemos perdido alrededor del 50% de los manglares en todo el mundo. Lo que significa que tenemos cerca de 13 millones de hectáreas restantes”. La problemática se extiende al resto de Asia, Sudamérica y Centroamérica, donde la gran demanda del mercado europeo y estadounidense por camarones y langostinos son las causas principales de la tala de manglares.
En Panamá, la deforestación, las prácticas agrícolas inadecuadas y venta de terrenos costeros siguen contribuyendo a su desaparición. Principalmente en las provincias de Coclé, Herrera, Los Santos y Panamá; mientras que en la provincia de Colón se debe al rápido desarrollo de los sectores marítimos, comerciales y de transporte, lo que ha producido que sus inundaciones sean cada vez más críticas debido a la falta de protección natural que los manglares ofrecían. Sin embargo, y a pesar de que la situación parece empeorar, somos el país que tiene la mayor riqueza de manglares en Centroamérica, ya que contamos con once especies diferentes.
Un claro ejemplo de su importancia, fue percibido por la población durante el derrame de petróleo que ocurrió en Colón, en 1986, ya que mucho del tóxico petróleo quedó atrapado entre los sedimentos del manglar, que actuó como una especie de limpiador del mar en los años posteriores al incidente. Alida Spadafora, quien era directora ejecutiva de ANCON, explicó que la destrucción de estos hábitats significa la pérdida de cientos de especies comerciales que consumimos, ya que son el refugio en sus primeros años de vida, antes de llegar al mar. “Cuando los manglares o los corales se destruyen, los pescadores van encontrando cada vez menos langostas, cambombias, corvinas, pargos o cangrejos, lo que a su vez afecta el sustento de miles de otros pescadores del país”. Muchas comunidades pierden una fuente de energía, ya que este recurso es también usado como leña para cocinar.
Actualmente, los humedales en Panamá están protegidos por las resoluciones del 4 de marzo de 2009, y la del 11 de febrero de 2009, mediante las cuales la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM) estableció las áreas protegidas de Donoso y la bahía de Panamá. Asimismo, el país es parte de la Convención de Ramsar, tratado intergubernamental en el que se compromete a mantener las características ecológicas de los “humedales de importancia internacional”, y planificar el uso sostenible de todos los manglares situados en sus territorios. Hoy en día son cinco las zonas que están bajo este tratado: la parte este de la bahía de Panamá (2003), el golfo de Montijo en Veraguas (1990), San Pond Sak en Bocas del Toro (1993), Punta Patiño en Darién (1993) y Damani Guariviara en la comarca Ngäbe-Buglé (2004).
Lograr un cambio
El director de la organización para la protección de manglares “Mangrove Action Project” —organismo que ya anteriormente ha desarrollado planes educativos en países como Honduras, Brasil y Sri Lanka— propone que para logar un cambio en la sociedad actual y en las futuras generaciones se debe encontrar un camino a través de la educación e involucrar en actividades a los estudiantes, ya que estas ayudan no solo a que comprendan la estructura científica de los humedales y su importancia, sino también el significado social y valor económico. "Se tiene que comenzar en un nivel escolar y luego seguir tratando de educar a la gente acerca de los valores ambientales. Esto no es solo para los manglares, es para todo lo que a medio ambiente se refiere. Se debe encontrar un equilibrio”, concluyó el Sr. Keeley.
Este puede ser el reto más difícil para países como Panamá, desesperados por "ponerse al día" con los efectos de la globalización que avanza tan rápidamente.
Cuidar del medio ambiente en el que vivimos es una responsabilidad de todos. Científicos ya han demostrado evidencias de que cada vez más, los ecosistemas se hallan bajo una gran presión, lo que amenaza el desarrollo sostenible. América Latina y el Caribe son las regiones con mayor diversidad biológica en el planeta, conservar sus recursos es fundamental para conservar la vida en el mundo entero.
Aulas verdes
La Sociedad Audubon Panamá es una de las organizaciones que ha estado implementando planes educativos sobre el tema. Dentro de estas, a mediados del mes de marzo, se inició en Juan Díaz el programa educativo ‘Aulas Verdes’. Su objetivo es promover en los estudiantes un mayor conocimiento y aprecio de los valores, servicios y beneficios que las áreas importantes para aves (IBA) brindan a las personas y a la biodiversidad. Por su cercanía, el énfasis está en el área de la bahía de Panamá, esencial para aves migratorias.
Día del Manglar: El 26 de julio se fijó como el Día Internacional de la defensa del Manglar para conmemorar aquella fecha de 1998 en que el activista micronesio Hayhow Daniel Nanoto murió durante una acción de protesta masiva liderada por Fundecol y Greenpeace, para desmantelar un estanque de camarones ilegal y recuperar la zona dañada del manglar en Musine, Ecuador.
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