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Realizar regímenes que excluyen determinados nutrientes puede, a medio-largo plazo, tener efectos perjudiciales para la salud.
La Nutrición está de moda, cada vez más gente se interesa por ella con el fin de llevar una vida más sana. En ese afán por tratar de tener la mejor alimentación posible, y más allá de la dieta mediterránea, muchas personas deciden eliminar del menú determinados alimentos –la mayoría de las veces empujadas por modas–, bajo la creencia de que así su régimen será más saludable. Sin embargo, a veces este gesto no solo no consigue el objetivo deseado sino que, en ocasiones, logra el efecto contrario.
Unas veces por desconocimiento y otras por falta de criterios unificados por parte de los propios expertos. Y si no valga como ejemplo la noticia hecha pública esta misma semana de que la Agencia Norteamericana de la Alimentación ha redefinido el concepto de alimento saludable y propuesto nuevos criterios para considerar cuándo uno lo es o no.
Una clasificación que ha sacado de la lista negra el aguacate o el salmón y pasado a ella yogures y cereales azucarados. Y si no es fácil responder a qué es un alimento sano, imaginen abarcar toda una dieta. Por eso hoy, con motivo del Día Mundial la Alimentación, se crea conciencia sobre los riesgos de eliminar determinados productos de la misma. Esta medida vendría determinada, fundamentalmente, por una decisión personal influida en gran medida por las modas y los medios.
Es el caso del gluten y la lactosa, que en los últimos años han adquirido la fama de nutrientes poco saludables y muchas personas han decidido eliminarlos de su dieta. Hasta tal punto que el régimen sin lactosa es el de exclusión más seguido por otros países.
"En muchas ocasiones, la gente realiza dietas de exclusión sin motivo o rigor científico justificado que, a medio-largo plazo, podría tener efectos perjudiciales para la salud individual, por ejemplo, la exclusión de la lactosa de la dieta en aquellas personas que no tengan intolerancia puede ocasionar una disminución de la actividad de la enzima lactasa, produciendo a la larga una menor tolerancia a los niveles de lactosa de la dieta, traducido en mayor molestia a la hora de ingerir alimentos ricos en lactosa", explica Daniel Escobar, del Colegio de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad de Madrid.
El 40% de quienes excluyen alimentos y nutrientes de su dieta lo hacen por propia iniciativa, de manera auto prescrita. Pero las dietas de exclusión –lactosa, glúten, flexitariana, vegetariana, vegana…– no supervisadas por profesionales sanitarios capacitados en nutrición y dietética pueden implicar riesgos para la salud.
En los últimos años ha aumentado también el número de personas que siguen regímenes sin carne. Según expertos, una dieta vegetariana o vegana, correctamente planificada y suplementada con B12, no solo no atañe riesgos para la salud, sino que algunos estudios incluso relacionan este tipo de alimentación con un menor riesgo de patologías cardíacas, menores tasas de colesterol y una menor presión sanguínea.
Un reciente estudio de seguimiento de la salud y el estilo de vida de más de 26.000 mujeres en el Reino Unido alerta de que las veganas y vegetarianas tienen mayor riesgo de fracturas óseas. En concreto, este colectivo sufre un 33% más roturas de cadera que las que comen carne.
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