En las últimas semanas, he escuchado mucho la frase “ganar es un hábito”. Si ganar es un hábito, pues Panamá no lo tiene. Son 12 los partidos sin ganar de la Selección Nacional de Fútbol. Desde el 31 de marzo en el Rommel que les ganamos a los ticos 2-1, Panamá no sabe lo que es la victoria ni lo que es anotar más de un gol en un partido. Y en 2 semanas se inician las eliminatorias.
Yo lo confieso, a mí las eliminatorias siempre me han puesto muy, pero muy nerviosa. No puedo evitarlo. Mi primera eliminatoria en esta profesión la viví con el profe Guimarães, esa fue cortita. La segunda la viví con los Dely, esa fue larga, con altos y bajos. Pero ambas terminaron con una selección de Panamá eliminada y fuera del Mundial. En ambas lloré, y en ambas me deprimí. Buscaba consuelo, y demoré un mes en superarlo. (Eso es mentira, porque todavía siento dolor.)
Extrañamente yo comparo el dolor de ser eliminados con el dolor que te ocasiona un novio cuando se termina una relación. El corazón queda partido, uno no lo puede creer, ¿por qué no funcionó? ¿Qué hicimos mal? ¿Ahora qué haré con mi vida? ¿Qué pasará después? Es así.
Con “Guima” fue como cuando recién inicias una relación y estás ilusionada con todo lo que pueda venir, y ¡tao! De un solo tanganazo, murió el amor antes de florecer. Ni siquiera llegamos a la hexagonal. Con Julio fue como cuando ya tienes una relación establecida, a veces pelean, otras veces todo está bien, pero al final tu estás convencida de que te van a pedir la mano, y cuando casi casi va a suceder, ¡tao! Alguien cambia de parecer y hasta allí llegaste, hermana. Eliminados en los últimos minutos de la hexagonal, por un novio gringo.
Y así, mi corazón se prepara nuevamente para otro proceso de eliminatorias mundialistas. No 100% convencida de que esta relación vaya a funcionar, predispuesta a que me rompan el corazón. Pero es que en 17 meses de haber llegado Hernán “Bolillo” Gómez, no veo a una selección de Panamá con una idea clara de juego ni contundentes en sus partidos.
Lo que sí estoy convencida es de que en algún momento estuvimos muy cerca de ir a un mundial, y eso nos dice que el talento está, las ganas están, pero hay que volver a armarse, reagruparse. Y el momento es ahora, porque el tiempo se nos acaba. El camino a Rusia es largo, pero su construcción tiene que haber empezado hace rato, la obra está atrasada. Hay que meter más horas de trabajo para ponerla al día.
El camino se inicia el 13 de noviembre en Kingston ante Jamaica, y el 17 de noviembre, recibimos en nuestra casa el Rommel Fernández a la selección de Costa Rica. Sí, a los ticos, los que dicen ser nuestros papás, pero la eliminatoria pasada nos dieron la mano con México. En el Rommel tenemos que estar tú, yo y todos. Porque este sueño es de todos. Panamá tiene que cortar esa mala racha de 12 partidos sin ganar, en noviembre, cualquier otro resultado ya no sería aceptable.