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La fotógrafa de origen guna ha llevado a otros continentes la cultura del Istmo, por medio de sus imágenes. Su más reciente exhibición fue en Israel durante el mes de febrero.
Lois Iglesias nunca pensó que lo que comenzó como un “hobby” la llevaría lejos. Sus coloridas fotografías, que muestran la riqueza cultural panameña, le han merecido reconocimiento local y se han exhibido en otras latitudes.
Iglesias, oriunda de Guna Yala, se ha dedicado a captar, durante más de dos décadas, desde bailes congos, junta de embarra, polleras y festivales, hasta costumbres de los pueblos indígenas.
La fotógrafa de 45 años ha realizado exposiciones de su trabajo en países como México, República Dominicana, Costa Rica y Perú. La más reciente es en Israel, donde durante el mes de marzo se presentan 20 de sus más representativas imágenes, a través de una muestra itinerante.
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“Todavía estoy en shock...Yo había estado en otros lugares, pero Israel, tan lejos… ¡No tengo palabras para expresar lo emocionante de representar a Panamá ahí!”, expresó a revista Mujer antes de partir.
Entre dos culturas
Lois Iglesias creció en un ambiente de dos culturas: su madre hablaba guna y usaba mola; mientras que su padre (hijo de una estadounidense y un guna, quien creció en Estados Unidos), se graduó y trabajó en Finanzas.
La niña que nació en la paradisíaca isla Ailigandí y que a los cinco años fue llevada a ciudad de Panamá para estudiar, conoció la fotografía a través de su padre, quien le regaló su primera cámara fotográfica cuando ella tenía 11 años. “Cada vez que yo viajaba de vacaciones a mi isla, capturaba y congelaba las imágenes de lo que veía. Así empecé”, rememora.
Lois aprendió el arte de manera empírica y lo fue perfeccionando. A pesar de su inexperiencia en fotografía, a sus 16 años comenzó a trabajar en la Asamblea Nacional. Luego estudió Diseño Gráfico. Así consiguió su primer empleo como reportera gráfica, en el diario El Siglo.
“Siempre tuve la inquietud de donde vengo, de mis raíces… y quería llevarlas a otros sitios”, señala Lois. Entonces, entró a la Universidad del Arte Ganexa a estudiar Fotografía.
Hace 20 años también mezcla su inquietud por sus orígenes con la belleza de las artes. Lois es fotógrafa en el Instituto Nacional de Cultura (Inac). Los lentes de su cámara registran con frecuencia los pasos y giros del ballet, los cambios gestuales y expresiones teatrales, los rostros felices y apasionados de los más reconocidos artistas de la plástica, de la literatura, de la música y de los festivales populares.
Además, desde 2013 trabaja con el de Proyecto Salvaguardia en el registro del patrimonio cultural inmaterial del país, aportando a la cultura con sus imágenes.
Un camino lleno de retos
Tener raíces gunas no le garantizó a Iglesias poder acceder a la cultura de forma sencilla. “No fue fácil hacer fotos a los grupos indígenas. He llorado, he sufrido, me han quitado la cámara… porque como no crecí en el ambiente, había muchas cosas que no conocía y que no podía hacer”, manifiesta. Por ejemplo, narra que en una ocasión que estaban pintando el cuerpo de una chica, a ella le llamó la atención y capturó el momento. “No sabía que estaba prohibido. Capté e inmediatamente me agarraron y me llevaban al cepo. Empecé a llorar y a hablar en kuna, entonces el cacique dijo: ‘quítenle solo el royo y devuélvanle la cámara’.
Con su trabajo, talento y respeto por las culturas, Lois se ha ganado la confianza de los tres grupos originarios del Istmo (Emberá, Ngäbe y Guna). “Hoy en día me buscan cuando hay congresos y rituales. Las fotos que tomas en el territorio indígena tienen que tener el visto bueno y no se pueden tomar si no te invitan”, advierte.
En su carrera, Iglesias ha sentido doble discriminación: por ser mujer e indígena. Consciente de lo difícil que ha sido llegar a la cima, ella busca ser una punta de lanza para los niños talentos, especialmente de las comarcas. “Si yo tuve la oportunidad, los que vienen detrás de mí necesitan mi ayuda. Actualmente trabajo con ocho chicos y hemos hecho cuatro exposiciones colectivas”, señala, agregando que ahora también impulsa obras de teatro.
Además, junto a un grupo de amigos realiza trabajos sociales en las comarcas. “Ya llevamos más de 15 años, donde cada año nos reunimos y trabajamos con los niños”.
Fascinada por su cultura, Lois siempre vuelve a sus raíces por medio de su arte. Aunque de niña no vestía la mola, hoy siempre acude a los eventos ataviada con el atuendo tradicional de la mujer guna, ya que así se siente “poderosa” y “bella”. Precisamente, otro de sus proyectos es hacer una muestra particular con su propia colección de molas (más de una decena). Se tratará de féminas profesionales vestidas con el traje, para demostrar que “las molas también las pueden utilizar aquellas mujeres que no son indígenas”, reflexiona la mujer que busca "mostrar al Panamá profundo desde mis humildes ojos de fotógrafa, de mujer guna que sueña y de panameña que tiende puentes".
Test
¿Tienes fotos que no puedes mostrar?
Las fotos que tomas en el territorio indígena, como los rituales, deben tener el visto bueno. Yo soy muy celosa con eso, tengo un registro que algún día enseñaré. Eso sí, no enseño por enseñar, si alguien me pide una foto de una mujer indígena, pienso mucho cuál y solo la doy si tengo el permiso de la persona.
¿Crees que tener raíces indígenas marca la diferencia de tus imágenes?
Sí. La cultura guna es bien bonita, y si la documenta un guna se va a entender mejor.
¿Qué hace falta mostrar sobre la riqueza cultural del país?
Lo que yo he visto es que en Panamá no apreciamos lo nuestro, sino lo que viene de afuera. Tú vas a un museo de Estados Unidos y encuentras sobre las molas, sobre historia de los gunas. Primero entremos a conocer nuestra cultura y después salimos a fuera si queremos conocer otros lugares.
Por ejemplo, Guna Yala es turismo, pero dentro de eso hay historias, cultura… hay tantas cosas que aprender de la cultura indígena, de todos los grupos...
¿Cómo es el proceso para tomar las fotos?
Cuando llego a un lugar, lo primero que hago es convivir. Dejo a un lado mi cámara y convivo con la gente, que me conozcan, porque no vengo nada más a capturar y después me voy y ya. Mi trabajo han sido secuencias, historias... al regresar al lugar, ya esos niños han crecido y están casados.
Con tantas culturas que encuentras en tu camino, ¿cambia el sentimiento al capturar sus vivencias?
Sí, es diferente, porque cuando la foto es de una niña indigena, tu mirada es diferente, miras la necesidad, miras a ver si necesita ayuda, hay mucho sentimiento... a veces he llorado, porque hay mucha pobreza en las comarcas. Fotografiar una empollerarada es otra cosa, porque es más alegre. Cuando tomo fotografías de los congos, me parece algo mágico.
La clave para buena fotografía
Amar lo que a uno le gusta, disfrutar y observar. Mi amiga, mi cámara, siempre está conmigo, y cuando algo que me inspira, la agarro con disimulo para captar el momento.
Lo más bonito de ser fotógrafa
Tengo millones de amigos. Hay personas que se han ido, pero tengo memorias de ellos con mis fotos; cada vez que yo empiezo a revisar mi archivo, hay escenas que están conmigo.
¿Y lo más difícil?
Sentir la discriminación. Cuando una es mujer e indígena, se hace difícil. Voy a poner un ejemplo, en ocasiones prefieren al fotógrafo hombre, porque o no es de aquí o porque tiene un nombre, y no hay espacio para una.
¿Y cómo has afrontado la discriminación?
Crecí en un ambiente donde mis abuelos maternos fueron pastores y ellos me enseñaron, desde que yo era pequeña, que nunca me sintiera inferior a nadie, que todo el mundo es igual, y que si tienes una meta, debes seguirla. "Vas a encontrar muchos obstáculos, pero síguela", me decían.
¿Qué significa la fotografía para ti?
La fotografía es arte. A través del arte me inspiro, es como si estuviera pintando, y eso se nota cuando la gente ve mi trabajo.
¿Tienes alguna técnica en particular para tu trabajo?
He vivido a través del color desde chica con las molas, porque son muy floridas. Me enfoco más en los colores, el medio ambiente, la madre Tierra.
¿Tienes una foto favorita que hayas tomado tú?
Sí y siempre la he tenido conmigo. Es una de mis primeras fotos, la tomé en un congreso. Es de un niño tomando pecho, me estaba mirando, pero comiendo. Esa foto me recuerda cómo empecé.
¿Te sientes exitosa?
Sí, he alcanzado el éxito. He hecho todo lo que me he propuesto a través de la fotografía y, por ejemplo, cuando doy clases a los muchachos se los digo, que tienen que trabajar hasta llegar donde se propongan. Mi lema de vida es “todo lo puedo en Cristo”.