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"Hace años en una actividad benéfica una niña se me acercó y me dijo que a ella le encantaba jugar fútbol, pero su mamá le había dicho que eso no era de niñas y la hacía ir a ballet. Yo fui a ballet un día. Más nunca regrese".
Puede que muchas no lo sepan, y no las culpo, pero el Mundial de Fútbol Femenino inicia este sábado 6 de junio. Ahorita está andando el Mundial Sub-20 en Nueva Zelanda, donde está jugando la selección de Panamá con una actuación que nos hace sentir a todos los panameños orgullosos y me tiene a mí saltando a altas horas de la noche, casi madrugada, y pasando sustos cuando estoy a punto de caer dormida y suena el grito de gol (es que me cuestan esos horarios trasnochadores). Pero no olvidemos que ellas también juegan. El problema es que para la gran mayoría pasa desapercibido que ellas también juegan. Saben que viene la Copa América, que el sábado es la final de la Champions, pero no que ellas también juegan.
El sábado pasado CONCACAF hizo su Día del Futbol Femenino, precisamente una iniciativa previa a este Mundial Femenino, donde sus asociaciones miembro hicieron actividades con niñas y jóvenes promoviendo el futbol femenino. Y en el marco de este día tuve la oportunidad de ir al Maracaná y verlas a ellas jugando. Primero un partidito entre la actual selección sub-20 femenina y ex seleccionadas. Y luego un festival donde aproximadamente 100 niñas entre 4 y 12 años iban de estación en estación practicando diferentes técnicas y dinámicas con “las profes”. Yo estaba asombrada de ver a tantas de ellas jugando, y más asombrada de ver a tantos de sus papas apoyándolas y muy metidos en el tema futbolero. Porque eso es lo que ellas necesitan, apoyo.
En Panamá hay muchos estereotipos sobre si eres niña y quieres jugar al fútbol. Hace años en una actividad benéfica una niña se me acercó y me dijo que a ella le encantaba jugar fútbol, pero su mamá le había dicho que eso no era de niñas y la hacía ir a ballet. Yo fui a ballet un día. Más nunca regrese. Luego todo era fútbol. Y mírenme a mí, toda una Miss Panamá para Miss Universo, oye. No tiene nada de malo que tu hija quiera jugar al futbol! Yo estaba fascinada el sábado con las chiquitinas que tenían las vinchas combinadas con las medias, combinadas con los tacos, las que tenían sus camisetas de sus equipos favoritos, y los papas que estaban más emocionados que las mamas tomando mil fotos. Qué bonito, apoyándolas a ellas, porque ellas también juegan.
Para que ellas pudieran jugar un Mundial tuvieron que esperar 61 años después de que lo hicieran los hombres. En 1991 se jugó el primer Mundial Femenino en China donde la selección de Estados Unidos se proclamaron campeonas. Uno de los momentos más recordados de un Mundial Femenino fue en la final del 99 cuando Brandi Chastain de USA luego de ejecutar el penal ganador contra China, se quitó su camiseta, quedando en un top deportivo y mostrando su figura, cosa que hacen los hombres a cada rato (y que lleva una tarjeta amarilla). Pero en ese entonces era insólito, ¡insólito! Ver a una mujer futbolista hacer eso, y quedar en brassier. ¡Dios del verbo! Diría mi mamá. ¡Santo! Exclamaría el Tío Ángel. Pero ellas también pueden celebrar, porque ellas también juegan.