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El mundo es hoy 1,2 ºC más caliente que en la era preindustrial, mientras se acelera también la pérdida de biodiversidad.
"Ahora es el momento de elegir el camino para lo que va a ser el Día de la Tierra en 2050", asegura el portavoz de Juventud por el Clima (JxC) Sergio Aires Machado en esta efeméride que se celebra cada 22 de abril, y también resalta efectos ya "muy evidentes" de la crisis climática, como la sequía.
Cada Día de la Tierra, organizaciones y activistas ecologistas de todo el mundo aprovechan para dar la voz de alarma sobre los acuciantes retos a los que se enfrenta el planeta, como el cambio climático o la degradación de los ecosistemas.
Sin embargo, desde el 22 de abril de 1970 en que ocurrió la manifestación masiva en EE.UU. que conmemora este día, el planeta se ha seguido calentando por encima de sus posibilidades biológicas, instaurando una nueva normalidad climática que anuncia fenómenos extremos y va camino de dejar un "legado envenenado" a las generaciones futuras, denuncian los ambientalistas.
El mundo es hoy 1,2 ºC más caliente que en la era preindustrial, mientras se acelera también la pérdida de biodiversidad: en los últimos cinco siglos el hombre ha sido testigo de la desaparición de 680 especies de vertebrados, y un millón de especies de animales y plantas están actualmente en peligro de extinción.
Aires Machado, uno de los portavoces del colectivo Juventud por el Clima -que exige acción climática desde un principio de justicia intergeneracional-, confiesa que, si bien hasta ahora ha tenido la suerte de no sufrir demasiada "ecoansiedad", recientemente ha adoptado una visión más pesimista.
Los efectos de las crisis climáticas, ahora “muy evidentes”
Los efectos de la crisis climática, como las sequías severas o las temperaturas extremas, se hacen ahora "muy evidentes", explica, y "en estos últimos meses nos están viniendo demasiados estímulos negativos", como la sequía o la iniciativa de ampliar los regadíos en Doñana en ese contexto de estrés hídrico y pese a las advertencias de la comunidad científica o las sentencias europeas.
"Cada vez es más claro y cada vez urge más la acción”, recalca, pues aunque se pierda la batalla en el terreno de los efectos del calentamiento global “podemos ganar en movilización y en presión política".
"Ahora es el momento de que elijamos el camino para lo que va a ser el Día de la Tierra en 2050", expone el activista, que imagina un 22 de abril a mediados de siglo que sirva para calibrar, "para bien o para mal, lo que hayamos conseguido".
Así, esa fecha podrá ser una efeméride para conmemorar lo que hemos hecho en el activismo climático y celebrar "el mundo que hemos construido” o bien será “un día amargo y melancólico” para lamentarse por lo que “pudimos haber hecho".
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