Un poro es un pequeño orificio, un canal que funciona para expulsar el sudor y otras secreciones, como la grasa. Existen diferentes factores que están relacionados con su tamaño -hay quienes tienen poros grandes, mientras que a otras personas casi ni se les notan-, y los expertos en dermatología señalan que la genética influye en este, mientras que en otros casos es debido al tamaño del folículo piloso y la glándula sebácea.
Así también, la falta de higiene y la suciedad resultante, el aceite y las células muertas de la piel que a menudo se acumulan también pueden hacer que los poros se vean más grandes. Por ende, a medida que pasan los años se van haciendo más grandes, es un efecto acumulativo.
El mito: ¿se abren y cierran?
Una de las creencias populares en este tema es que una vez estén abiertos pueden cerrarse. La triste noticia es que es falso, es un mito. “Los poros no tienen músculos alrededor de su apertura para que puedan abrirse y cerrarse”, menciona la doctora Lydia Evans, en una entrevista para el sitio Best Health. A parte de esto, vale la pena mencionar que no se pueden desaparecer del todo, pero sí hacerlos menos notables.
Para lograrlo, se debe mantener la piel limpia: no acostarse con maquillaje, lavar el cutis después de entrenar, pero ojo, tampoco se debe lavar exhaustivamente, puesto que puede empeorar.
Otras soluciones
Mascarillas: ayudan a sacar impurezas que se acumulan en capas más profundas de la piel. Entre estas, la de arcilla. Puedes comprarla en farmacias o en tiendas naturistas.
Faciales: Ya sean profesionales o caseros, estos ayudan, porque ofrecen una limpieza más profunda al extraer puntos negros y blancos. Exfoliar: puedes usar productos exfoliadores para remover las células muertas. Entre los más usados para un nivel más profundo están: cremas con retinol, vitamina C, ácido glicólico y otros antioxidantes y peelings. La microdermabrasión también ayuda.
No obstante, consulta con tu dermatólogo. Ahora ya tienes idea de cómo combatir esas pequeñas molestias.