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El confinamiento abrió las puertas a nuevas formas de beberlo y hacerlo en el hogar.
Seguramente, cuando se escriba el diccionario de la pandemia en algún futuro, además sumar cientos de palabras y términos propios de una emergencia sanitaria inédita, quedaran asentados los cambios de hábito que la población mundial adoptó en distintos ámbitos. Y con la gastronomía, no será la excepción. En este universo de aires distópicos, donde millones de personas confinadas en sus hogares se sorprendieron de sí mismas con sus propias creaciones culinarias, se encuentra el culto y consumo del café, una de las infusiones más consumidas en el mundo.
El café adquirió gran protagonismo. Muchos, en sus casas, comenzaron a equiparase en post de consumir un mejor café. Con más tiempo disponible, aquello de hacerse rápido un café instantáneo, quedó catapultado frente a muchas familias que se animaron a dar un paso más que el clásico batido. A su vez, con el fin del confinamiento, las cafeterías de especialidad afloraron, dando cuenta de un fenómeno que aún hoy está en expansión.
Pero el café, además de ser rico y protagonista, hace bien. Un reciente estudio estudio reveló que las personas que beben cantidades moderadas de esta bebida, tienen hasta un 30 por ciento menos probabilidades de morir.
“Es enorme. Hay muy pocas cosas que reducen la mortalidad en un 30 por ciento”, dijo Christina Wee, profesora asociada de medicina en la Escuela de Medicina de Harvard y editora adjunta de la revista científica donde se publicó el estudio.
Según los investigadores de un estudio publicado en The Annals of Internal Medicine, los que bebían de 1,5 a 3,5 tazas de café al día, incluso con una cucharadita de azúcar, tenían hasta un 30 por ciento menos de probabilidades de morir durante el período de estudio que los que no bebían café. Los que tomaban esta bebida sin azúcar tenían entre un 16 y un 21 por ciento menos de probabilidades de morir durante el período de estudio, y los que bebían unas tres tazas al día tenían el menor riesgo de muerte en comparación con los que no bebían café.
Muchas investigaciones indican que el café puede reducir el riesgo de padecer una serie de afecciones graves, como diabetes tipo 2, enfermedad del hígado graso y algunos tipos de cáncer.
Así lo demostraron los resultados de un estudio de diez años publicado recientemente, que aseguró que el consumo moderado de café está relacionado con un menor riesgo de enfermedad cardiovascular y muerte prematura por cualquier causa. Ahora bien, nuevas investigaciones sugieren que según el tipo de café que se beba, puede aumentar el riesgo de padecer colesterol elevado y/o sufrir un infarto.
Pero más allá de los beneficios que tiene para la salud, existe un fenómeno visible que se da en Argentina y que tiene al café como más protagonistas, ya sea por la cantidad de locales nuevo, como por la nueva tendencia de hacer el café de especialidad en el hogar.
- Locales más grandes a la calle y más chicos en el interior: Los locales de café se modificaron. Ampliaron sus exteriores y redujeron muchos sus interiores. Esto fue producto de esta cuestión de generar espacios al aire libre.
- La gente se equipó en sus casas para hacer rico café: Sucedió también a la inversa: muchas personas dejaron de salir por un momento con el confinamiento y, así como aprendió a hacer pan casero se equipó con distintos equipos para tomar y hacer rico café en sus hogares. La gente busco aprender como hacerlo mejor.
- Nuevas Cafeterías en nuevos sitios: Ya no hace falta ir a una zonza para cruzarse con locales que brinden café de especialidad. Con la pandemia, se descentralizó el comercio del café. “Los locales ya no están en el centro o en Palermo. Empezaron a aparecer locales por otros sitios en los que antes no había.
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