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Dicen que la suerte es loca y que a cualquiera le toca. Hola, ¡soy cualquiera y me tocó la suerte!
Para serles sincera, también creo que estoy un poco loca en querer correr 42 kilómetros por la ciudad de Nueva York. Unos 50 mil corredores llenarán las calles para la Maratón del 6 de noviembre, e increíblemente para mí, yo seré uno de ellos.
Sucede que para obtener un cupo para la maratón, si no tienes el tiempo de clasificación (que obviamente no tengo), debes ingresar a una especie de lotería. Unas 80 mil personas aplican para la lotería, y menos del 20% son seleccionadas para un cupo a una de las maratones más icónicas del mundo. Meramente suerte. Y si no corres con suerte, pues hay otras formas de poder participar, corriendo para una obra de caridad, o comprando un paquete de agencia.
Confieso que el día que notificaban quién había salido en la lotería, me sentí en mis tiempos de Miss Universo, cuando estás parada en el escenario esperando ansiosamente que griten “Panamá” al top 15 y le hagan un zoom a tu cara sorprendida e incrédula, bueno así… esperando, esperando. Nada que llegaba el famoso correo. Pasó el día, y nada. Ni modo, no era para mí. Y después se me prendió un bombillo: ¡el folder del spam! Y allí estaba, en toda su gloria, el tan anhelado correo, titulado “Felicidades, estás dentro!”, y en esta ocasión sí pude poner mi cara de sorprendida.
Luego de 48 horas de emoción, llegué a la realización de que en verdad tengo un compromiso de correr 42 kilómetros. O sea, eso es bastante. Es como ir de San Francisco a La Chorrera, pero corriendo. Qué miedo. Lo más que he corrido son 21 kilómetros. La vez pasada les conté que las primeras veces mi cuerpo quedaba gravemente afectado, pero comenzando este año empecé a entrenar con el equipo Trizen, y eso me ha ayudado muchísimo a mejorar y empujarme cada día más.
Siempre dije que algún día correría una maratón, que era una de esas cosas que había que hacer en algún momento de la vida, pero yo calculaba que ese momento era como a los 40 años, no a los 32. Es que he aprendido que no tienes por qué dejar para mañana las cosas que puedes hacer hoy, y si hoy puedo correr una maratón, ¡pues hagámoslo!
Faltan 7 meses para esto, es mucho tiempo. Tiempo para que mi cuerpo y mi mente se acostumbren a las corridas largas, a la soledad de esas corridas, a la incomodidad, al dolor, a las molestias, y a los malos bronceados que me dejará el solazo panameño. Pero me emociona pensar en ese proceso, en ver cómo soy capaz de desafiarme, sobrellevar los contratiempos y obtener la fuerza para llegar a cruzar esa meta.
Uno de mis autores favoritos, el japonés Haruki Murakami, además de ser escritor, es maratonista, y aparte de sus grandes novelas, escribió un libro únicamente sobre correr, titulado “De qué hablo cuando hablo de correr”. De mis frases favoritas de ese libro es “El dolor es inevitable, sufrir es opcional”. Y en estos 7 meses, yo escojo no sufrir, sino disfrutar cada kilómetro hasta llegar a mi meta.