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Veremos qué nos traen las Olimpiadas, si mucha samba o algunos cuantos oros, ¡que empiece la fiesta!
De pequeña, creciendo en los Estados Unidos, los Juegos Olímpicos eran paralizantes. Transmitidos por la cadena NBC y con la presentación del popular Bob Costas, yo podía pasar todo el día viendo natación, atletismo, gimnasia, fútbol, todo. Soñando con oro olímpico alrededor de mi cuello. Primero quería ser gimnasta como Dominique Dawes, hasta que me di cuenta de que yo era muy alta, entonces decidí que iba a ser nadadora como las alemanas en los 90. Allí me di cuenta de que me daba miedo hundirme en la piscina. Entonces cuando empezó mi pasión por el fútbol, estaba segurísima de que iría a unos Juegos Olímpicos como Mia Hamm y le metería un mordiscón a mi medalla de oro.
Pero uno propone y Dios dispone. Al final sí fui a unos Juegos Olímpicos, pero no a competir, sino a cubrirlos. Veintiún días en Londres en el 2012 corriendo de un lugar al otro detrás de nuestros atletas panameños, sabiendo que ellos al igual que yo desde pequeños tenían un sueño olímpico, y lo habían logrado. Por invitación o por clasificación, pero allí estaban, donde muchos sueñan y no todos lo logran. Y por eso, sentí un gran orgullo.
Ahora estamos a la vuelta de la esquina del inicio de los Juegos Olímpicos de Río 2016. Esta vez con una delegación de 10 panameños compitiendo en tiro, gimnasia, boxeo, natación, taekwondo, esgrima, y atletismo. ¿Volveremos a ver una medalla de oro como en Beijing 2008? No lo sé, no descartemos las sorpresas. De esas siempre hay en los Olímpicos. Alonso Edward viene de una buena preparación al igual que Carolena Carstens y Eileen Grench. Y Atheyna Bylon fue campeona mundial. Hay que ver cómo vienen sus rivales, y cómo están los nervios los días de competencia.
En cuanto a los juegos, no puedo dejar de pensar que estos, a diferencia de pasados, que siempre traen sus críticas antes de empezar, tienen una nubecita negra encima. Quizás por la cantidad innumerable de controversias que hay alrededor de estos juegos que no se pueden tapar con un dedo. El zika que desde hace un año tiene a atletas nerviosos y monitoreando la situación, la contaminación del agua en la bahía de Guanabara; la poca venta de boletos y entusiasmo de los locales, que llevan meses de protestas contra la corrupción de su gobierno; la decisión de grandes figuras del Golf de no participar en la cita olímpica, cuando esta disciplina acaba de regresar a los Juegos; el gran escándalo de dopaje con los atletas rusos. Y la cereza en el pastel, los juegos en Panamá no serán transmitidos por televisión abierta.
Pero cuando llegue el 5 de agosto y se dé la Ceremonia de Apertura en el Estadio Maracaná, las controversias quedarán en el pasado, la nubecita se abrirá y saldrá el sol. Estaremos sumergidos en la magia que traen los Juegos Olímpicos, en el calor de Río y la samba. Soñaremos con medallas, estaremos pendientes de nuestros atletas, y veremos (si tenemos acceso a la señal) a grandes figuras del deporte internacional demostrar la capacidad y fuerza no solamente física, sino del espíritu humano para romper límites y récords, desafiar las apuestas y dejarnos a todos boquiabiertos. Ya hice espacio en el disco duro de mi memoria deportiva para los momentos que vendrán en Río 2016.
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