- Familia
Para tus hijos esta es una época de descubrimiento, pero también de mucha soledad e incomprensión
Queridas madres (y padres también), los invito a que hagan el siguiente ejercicio: Recuerda tu versión adolescente. Desempolva, cambia el look y mira a la persona que fuiste hace algún tiempo atrás. Piensa cómo te veías, dónde estabas, qué hacías. Recuerda tus experiencias positivas, tus gustos y pasiones, pero también las negativas, tus dudas, miedos, conflictos y tertulias. ¿Fueron buenas épocas o difíciles? ¿Con quién contabas? ¿Quién estaba ahí para ti en tus momentos difíciles: Amigos, padres o vecinos? Ahora, piensa quién hubieses querido que estuviese y no fue así, o a quién recuerdas haberte dado comprensión y empatía cuando nadie más lo hacía.
A lo mejor en tu adultez y como madre ves la etapa de la adolescencia de tus hijos como algo confuso, pero en tu tiempo también lo era. Tú también lo viviste. Siempre pintamos la adolescencia como esa etapa donde los hijos son rebeldes, de mucha oposición y desafíos, y los padres no los entienden e incluso a veces no los soportan.
Para tus hijos es una época de descubrimiento, pero también de mucha soledad e incomprensión. Es sostener una cuerda con la que los halas y ellos te halan y buscan su lugar. Es una etapa donde deja de ser tan bonito el mundo que les pintamos cuando eran pequeños; empiezan a ver que hay personas que hacen el mal y que los amigos no son para toda la vida, que el amor duele y que los padres no son tan perfectos como los veían de pequeños. Ese amor puro empieza a verse con polvillo de enojo, crítica y frustración.
Leer más: ¿Cuánta libertad se le debe dar realmente a los adolescentes?
Entre los cambios físicos, emocionales, hormonales, las presiones sociales, las expectativas familiares y los desafíos relacionales, es fácil sentirse abrumado en esos años. Algunos lo tienen más fácil que otros, pero dependerá del nivel de apoyo que reciban, de la empatía y el entendimiento, de la habilidad de los padres en conectar con esa versión adolescente sin halar la cuerda demasiado o soltarla del todo. No siempre es o debe ser una etapa conflictiva, pero para eso los adolescentes necesitan que entres a la lucha. La lucha donde empujan los límites y tú los remarcas. Mientras más halan lejos de ti, más debes halar tú para adentro, porque eso es lo que necesitan.
Si se caen, no les evitas la caída pero muéstrales cómo levantarse. Cuando pidan espacio y silencio, dáselo pero a medias. Pregunta, cuestiona y escucha. Aprovecha cada instante que te abren la puerta a medias para entrar, para “quitarte los zapatos” e instalarte en la habitación de sus pensamientos y emociones. Suspira y calma el alma cuando te vuelven a sacar. Muéstrales que nada es para siempre y eso es bueno, pero también triste. Pide perdón cuando hieres y mostrar dolor cuando te hieren.
Leer más: Consejos para contribuir con el buen desarrollo de los adolescentes
Y recuerda que en esta etapa sobra mucho miedo: a fracasar, a no ser queridos, exitosos, suficientemente buenos, deseados... Esos miedos que viven los adolescentes y también nosotros los padres.
Y en esa reconexión con nuestra versión “anterior” es que podemos conectar con ellos. Quizás nos falten un par de actualizaciones de 'software' sobre lo que es importante hoy en día, pero si nos quedamos en silencio sin tanto ego y con más empatía, ellos nos muestran su mundo. Al final agradecen que estemos ahí con ellos, que no hayamos soltado la cuerda que tanto halamos hacia direcciones opuestas. Porque detrás de muchas paredes defensivas y ojos que rebotan, ese adolescente muchas veces no sabe dónde agarrarse para encontrarse, y lo único que descubrió fue un lado de una cuerda sin saber que le esperaba del otro lado. ¿Te acuerdas?
- Etiquetas:
- Adolescentes
- Educación
- Familia