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La serie de Netflix, “13 Reasons Why” definitivamente ha dado que hablar en las últimas semanas. Quizás sea porque finalmente pone fin a un tabú: el del acoso escolar u hostigamiento, popularmente conocido como “bullying” y el suicidio adolescente. La historia empieza con la narración de una joven adolescente, de 16 años, Hannah Baker, recién mudada, cuya adaptación a su entorno escolar es lejos de ser fácil y termina quitándose la vida dejando atrás unas grabaciones en casetes en las que expresa los motivos que la llevaron al suicidio.
En la serie se proyectan los aspectos más conocidos del “bullying” como lo es el acoso verbal, físico, psicológico, cibernético y sexual, la propagación de rumores, entre otros. Pero además, se logra profundizar en varios elementos que nunca antes se habían conectado con el “bullying”.
A continuación, quiero destacar cinco elementos que nos brindan una nueva luz (u oscuridad) en la profundidad del “bullying” y el suicidio:
La cosificación sexual (en este caso, de la mujer): Desde que las niñas entran en la pubertad y sus cuerpos van cambiando se transforman en seres a quienes solo se les resalta los atributos sexuales, su belleza física, y se ignora el resto de la personalidad y existencia del individuo. La imagen e identidad propia de Hannah se va destruyendo y distorsionando a través del constante acoso sexual (cibernético, verbal y físico) provocado por sus compañeros de clases; hombres y mujeres. Esto ocurre en la vida real.
La difusión de responsabilidad: Un fenómeno social que refleja cuando un grupo de personas, por acción o inacción, dejan suceder hechos que nunca permitirían si estuviesen solos, convirtiéndose en espectadores y partícipes del acoso. Puede ir desde “alguien la va a ayudar y va a decir algo” o “como nadie está haciendo nada, prefiero no hacer nada tampoco”. Trabajar muy a fondo a la difusión de responsabilidad y empoderar a los espectadores a tomar acción son estrategias que ayudan a parar el “bullying” y en este caso prevenir que la víctima se haga daño.
La falta de información por parte de las escuelas y de los padres: La serie muestra una realidad que no queremos ver: Todavía queda por desarrollar mejores programas preventivos; no sólo de acoso escolar, sino del uso de drogas y alcohol, de sexualidad y de manejo de emociones para proteger nuestra juventud y no contamos con las estrategias actualizadas de las nuevas generaciones para comunicarnos con ellos de manera eficiente y saber que ocurre en sus vidas, sus redes sociales o sus cabezas. No es culpar sino educarnos en las nuevas tendencias de acoso para poder afinar el radar y tener políticas de acoso más tangibles y medibles.
La desconexión humana: La serie se enfoca en la desensibilización en general que existe hoy en día, en donde el dolor o malestar ajeno ya no impacta o afecta. También resalta la desesperanza que se llega a sentir cuando nadie reacciona ante tu dolor o frustración. Las redes sociales han reforzado esta conexión donde los chicos logran escudarse detrás de sus pantallas, dejando las emociones aun lado. Por ultimo, Hannah habla de esta soledad en que ella se convierte en un ente invisible ante los demás y su vida deja de tener sentido o propósito.
Sólo se necesita UNA persona. El suicidio es prevenible y con sólo una persona que haga algo diferente o logré contactar a alguien que pueda ayudar, el final hubiese sido diferente. El conocimiento adecuado es clave para ayudar pero cuando todo lo demás falla: la empatía, generosidad, el respeto y cariño son también herramientas muy poderosas que pueden hacer una diferencia.